En el 2013 los lanzamientos de Play Station 4 (SONY) y Xbox One (Microsoft) fueron un éxito total, resultando incluso, con la sobredemanda de productos. Siete años después, en 2020, las expectativas de estos gigantes de la industria son iguales o superiores.
Para las empresas de videojuegos, la combinación de la pandemia de coronavirus y el lanzamiento de una nueva consola son una combinación bastante ventajosa en un contexto en el que muchas actividades de entretenimiento han sido restringidas y el consumo de videojuegos ha aumentado en más de un 50%.
Sin embargo, en contraposición a esta ventaja, está la ineludible situación de cambios en la industria, como el crecimiento de la tecnología en la nube, la mejora de las conexiones a internet y el mayor almacenamiento de los dispositivos, que provocan que la gente descargue cada vez más juegos en tiempo real en sus celulares y computadoras.
Hiroki Totoki, director financiero de Sony, sostiene que la esencia de la competencia no son las ganancias anuales sino cuánto pueden expandir el universo de los juegos a largo plazo. Por otro lado, el jefe de juegos de Microsoft, Phil Spencer, dijo que las dos métricas principalmente analizadas son la cantidad de jugadores y cuánto tiempo pasan jugando.
Ampere Analysis calcula que entre Sony y Microsoft deberían
venderse poco menos de 9 millones de consolas en todo el mundo de aquí a
finales de 2020. Otros analistas calculan que Sony podría perder hasta 170
dólares por cada PS5 que venda.
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