Desde antes de la pandemia, el surgimiento de las “Fake News” han sido
materia de preocupación para todo el mundo. En un ambiente digital, como es el
del siglo 21, la información, y en consecuencia también la desinformación, está
al alcance de un clic o un tap. El 2020 se introdujo en el mundo de la
comunicación con un reto histórico (por no decir amenaza): cómo hacer que las
marcas hagan frente al COVID y surjan en una economía herida.
Uno de estos frentes de combate es el de la
lucha con la desinformación, pues donde hay desconocimiento, hay pérdidas, y no
solo económicas.
Según una reciente publicación de WARC, la desinformación es un problema altamente serio. En Europa, billones de euros han sido desperdiciados por usuarios a causa de este problema, en los últimos doce meses. Estas estadísticas proceden de la empresa neoyorquina especialista en gestión de marca Yext en su reporte titulado “Searching For Trust” (Buscando La Confianza).
A través de un cuestionario aplicado en
Alemania, Francia y Reino Unido, Yext logró recopilar la opinión de 6000
europeos, concluyendo en que un 92% consideran que la desinformación es un
problema real, y un 53% de estos cree que ahora más que nunca la desinformación
es un tópico extremadamente preocupante.
Pero, ¿en quién recae la responsabilidad? El
estudio también menciona que 47% de las personas cree que las marcas no
muestran adecuadamente la información en línea. Complementando este statement,
casi un 80% cree que son las mismas marcas, y no el navegador web (llámese
Google, Yahoo, Bing), quienes deberían gestionar qué muestran al momento de
realizar una búsqueda.
En épocas donde todo es incierto, la
confianza lo es todo. Un mal manejo de la información generará inevitablemente
una pérdida de confianza de consumidores y, eventualmente, de dinero.
Rafael Franco, alumno de
mercados de la Comunicación
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