Las redes sociales como Facebook
y Twitter enfrentan hoy en día dos posturas contrarias respecto al tema de la
regulación de la calidad de información que pueda compartirse en sus plataformas.
A inicios de año, Facebook inició
un proceso legal debido al caso de Cambridge Analítica por contribuir al empleo
de la estrategia de microtargeting para la última campaña política de Donald
Trump.
Ante ello, el CEO de una de las
redes sociales más utilizadas a nivel global, Twitter, se pronunció el pasado
30 de octubre y anunció
que a partir del 22 de noviembre se prohibirán los anuncios políticos en la plataforma.
Alegó que cualquier tipo de herramienta de apoyo, incluso audiovisual, a estos
anuncios ya no será permitida debido a que la atención de los seguidores debe
ganarse y no comprarse.
Así mismo, expresó que esta
decisión es para procurar el bien común, ya que la voluntad e información de
voto de muchos ciudadanos han sido afectadas por prácticas como microtargeting (influir
sobre personas específicas según algoritmos de extracción de datos y de
información) y los deep-fakes
(imágenes manipuladas de manera sofisticada para no hacer notorio el truco).
El jefe de campaña de Donald
Trump calificó el esfuerzo de Twitter como “silenciador de demócratas” y alegó
que las pérdidas serían irreparables para la red social. Sin embargo, tras un
informe de la agencia de medios Bully Pulpit Interactive, se reveló que la
caída de hasta el 4% de las acciones de Twitter la semana pasada era
independiente de esta nueva regulación. Reafirmando así que la razón es por
principios corporativos y no financieros, pese a que el pronunciamiento
del CEO de Facebook sobre esta nueva medida fuera tildado de no contribuir a la
libertad de expresión.
Grecia Rodríguez, alumna de
Mercados de la Comunicación
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