Umberto Eco, el escritor y filólogo italiano ha publicado
recientemente su novela “Número Cero”, y
en ella critica el mal periodismo, la mentira y la manipulación de la historia.
Es una crítica hecha desde dentro de la profesión, a la que ha dedicado
más de cincuenta años de su vida.
Al leer que la
historia empieza con la creación, de Domani, un ejemplar de un periódico en
pruebas que se desarrolla en 1992, que quiere salir con la intención no de
informar sino como herramienta de poder para meter presión, desacreditar a
políticos y rivales o crear informes, noticias falsas y complots, no pude dejar
de pensar que la realidad peruana superó a la ficción de Eco, aunque el
filólogo italiano también menciona que es una ficción sobre el periodismo
inspirada en la realidad italiana.
Me refiero a los periódicos – denominados “prensa chicha” - que
durante el gobierno del presidente Fujimori, se crearon, como arma en manos del
poder, con la misma
finalidad: Desinformar. En el Perú de
2000-2001, no hubo Número Cero, fueron muchos
ejemplares de títulos como El Chino, El Men, El Tio, Mañanero , etc. Y de otras
empresas informativas que vendieron sus líneas editoriales, que han quedado
como pruebas de disfuncionalidad periodística; frente a otros medios de comunicación que contra viento y marea se mantuvieron
firmes en su independencia informativa
como El Comercio , La República y
Caretas , que recibieron el gran premio a la Libertad de Prensa 2001.
Para la máquina del fango, como afirma Eco, es suficiente con
difundir una sombra de sospecha o trabajar sobre un cotilleo menor y sostiene que
hay que salir de ese fango con información acreditada, con pruebas y
noticias contrastadas, sobre lo realmente relevante para la sociedad. Su
pensamiento nuevamente nos resulta
familiar porque es así como
frecuentemente se trata hoy la política, a base de sospechas y cotilleo.
Controlar la
veracidad de lo que aparece en la Red es, para Eco, imprescindible. La prensa tradicional es o no confiable, acorde con su identidad. Con Internet te
fías de todo porque no sabes diferenciar la fuente acreditada de la
disparatada. Considera que el periódico futuro debe convertirse en semanal,
cambiar y saber adaptarse. Un periódico
que sepa analizar y criticar lo que aparece en Internet hoy tendría una
función, y a lo mejor incluso un chico o una chica jóvenes lo leerían para
entender si lo que encuentra online es verdadero o falso.
A pesar de todo, afirma que
la existencia de la prensa es todavía una garantía de democracia, de libertad,
porque precisamente la pluralidad de los diarios ejerce una función de control.
La crítica ha destacado esencialmente que es una novela sobre lo peor
del periodismo, creo que en plan inquisidor, pero
también cabe rescatar la posibilidad del buen periodismo planteada por el
semiólogo, pasando por la responsabilidad del público que se engancha contrariamente a la telebasura, en vez del
periodismo de calidad , representado por
un buen reportaje de la BBC.
Eco, a sus 83 años, aunque
en sus 224 páginas narra las
estrategias y argucias del interesado mal periodismo, nos propone reflexionar sobre el buen
periodismo que requiere la sociedad; porque
no es suficiente el empaquetamiento informativo virtual y personalizado que se propone en las
redes.
Publicado en Semana, suplemento del diario El Tiempo , el 19 de abril de 2015.
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