El Papa Juan Pablo II , acaba de ser proclamado Beato por Benedicto XVI. Hoy quiero destacar su especial cariño a los periodistas y a su labor profesional. Como informadores, creo que la mejor manera de dar gracias a Dios por el fructuoso pontificado de Juan Pablo II, y su próxima beatificación, es reflexionando sobre su magisterio en este ámbito.
- Anotamos algunos tips para los profesionales :
a) Los periodistas estamos llamados a poner nuestra profesionalidad al servicio del bien moral y espiritual de los individuos y de la comunidad humana. Allí –nos decía- está el punto central de la cuestión ética, que es inseparable de nuestro trabajo.
b) Con su amplísima influencia en la opinión pública, el periodismo no puede guiarse sólo por las fuerzas económicas, por el provecho y los intereses partidistas.
c) Debe experimentarse como una tarea en cierto sentido “sagrada” , “ejercida con la conciencia de que se os confían los poderosos medios de comunicación para el bien de todos ; en particular para el bien de las capas más débiles de la sociedad: de los niños, los pobres, de los enfermos, de las personas marginadas y discriminadas”.
d) No se puede escribir o emitir sólo en función del índice de audiencia, a despecho de servicios verdaderamente informativos.
e) No se puede recurrir al derecho indiscriminado de información, sin tener en cuenta los demás derechos de la persona. No hay libertad, incluida la libertad de expresión, que sea absoluta: en efecto ésta está limitada por el deber de respetar la dignidad y la libertad legítima de los demás.
f) No hay nada, por más fascinante que sea, que pueda escribirse, realizarse o emitirse con perjuicio de la verdad. Y no sólo me refiero a la verdad de los hechos reportados, sino también a la verdad del hombre, a la dignidad de la persona humana en todas sus dimensiones.
g) Invitó a los periodistas para que nos comprometamos a servir a la persona humana a través de la edificación de una sociedad fundada en la solidaridad, la justicia y el amor, a través de la comunicación de la verdad sobre la vida humana y su plenitud final en Dios.
Son palabras sencillas y profundas que señalan una pauta en el ejercicio diario del periodismo y no sólo para los creyentes sino también para los que no lo son, ya que ningún periodista, independientemente de su credo, tiene derecho a rechazar el respeto de la verdad, a la dignidad humana y la libertad.
Por Rosa Zeta
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