Google lanzó ayer su buscador para China. Y hoy la organización Reporteros sin Fronteras ha elevado su voz de protesta por las condiciones en las que, el líder de los buscadores, ha aceptado introducir una versión censurada de su buscador, en el mercado de comunicación más grande del mundo.
El artículo de la organización dice: "Reporteros sin Fronteras se siente descorazonada al saber que Google ha decidido poner en marcha, en China, una versión censurada de su buscador. Ahora, los internautas chinos tienen que contentarse con los contenidos validados por las autoridades de Pekín, una vez que han quedado fuera las informaciones del Tibet o los derechos humanos en China".
Al parecer, Google habría renunciado a proporcionar noticias, correos y bitácoras personales entre los resultados que arroje su buscador, por orden del gobierno Chino. El poder del mercado nuevamente ha hecho morder el polvo a la libertad de expresión. Con la tierra en la boca les invito a pensar en lo siguiente:
No sé qué tanto se rasgan las vestiduras los amigos de Reporteros sin Fronteras, alegando un atentado contra la libertad de expresión, cuando el primer atentado contra la libertad de expresión se produce frente a sus narices y ellos nunca dicen nada al respecto. Me refiero a los sueldos y las condiciones laborales precarias en las que muchos periodistas tienen que trabajar, obligados por las necesidades y sus respectivas empresas, que por mucho que sean transnacionales tratan de manera infrahumana al periodista, principal capital de la libertad de expresión.
Hace dos días se produjo un cambio en la corresponsalía de un conocido y gigante grupo radial en Piura y el sueldo no superaba los 150 dólares mensuales. Sin embargo, no recuerdo que reporteros sin fronteras haya mencionado nada al respecto. Hipocresía global la suya, señores de Reporteros Sin Fronteras.
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